Haré una fiesta e invitaré a mis miedos, sobre todo a aquellos que gritan «¡no puedo!».

Para descubrir de qué están hechos y darle fin a sus engañosos juegos.

Notarán que no les temo, pues ya comprendo que no son serios.

Al final me reiré de ellos, pues llegaron grandes, pero se irán pequeños.