Un lamento hecho suspiro suelta un sueño arrepentido, sentado, aún vestido y ante su anhelo rendido.

Preguntándose a sí mismo: «¿Qué habría sido, si un poco más hubiera insistido?».

Pero antes de echar todo al olvido, escuchó una voz susurrándole al oído:

—No todo está perdido, pues los lamentos son parte del camino y no dictan tu destino.